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Amanece en la Bardena Aragonesa

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Artículo sobre Bardena Territorio Total publicado en la revista Mountainbike:

Un día en bici en la Bardena Negra

La noche todavía está cerrada cuando nos montamos en el coche ya vestidos de ciclistas. Bicis atrás, (cuatro, esta vez, dos rígidas y dos de carretera), equipaje para un fin de semana largo en el maletero y una camelback cada uno por si se nos van más horas de la cuenta en la ruta prevista para hoy.

La pantalla del móvil brilla en el salpicadero y una chincheta roja nos indica un punto perdido en el mapa. Está a menos de 90 kilómetros de Zaragoza pero nunca habíamos oído hablar de ese lugar.

Los pueblos más cercanos a Punta del Alba son Valareña y El Sabinar. Son dos de esos núcleos de colonización que fueron construidos de golpe a finales de los años 50 para reubicar a las personas desplazadas desde otros pueblos de montaña que quedaron sumergidos bajo las aguas de embalses y pantanos.

Mientras el agua del embalse de Yesa crecía y obligaba a abandonar Tiermas casa a casa, sus vecinos eran reubicados en núcleos construidos bajo las directrices del Instituto Nacional de Colonización en las nuevas zonas de regadío que dejaba a su paso el Canal de Bardenas.

De Ejea de los Caballeros, en la provincia de Zaragoza, dependen un total de seis pueblos de colonización: Pinsoro, Santa Anastasia, El Bayo, Valareña, Bardenas y El Sabinar. Visitarlos es adentrarte de lleno en la historia de esas familias y en una atmósfera diferente. Algo difiere de nuestro concepto tradicional de pueblo. Con las empinadas cuestas y callejuelas caprichosas que suelen dibujarlos. Algo en sus casas, en sus formas, en sus calles y en su orden, nos hace pensar en los pueblos de las películas del oeste. Igual es porque estamos ya llegando a nuestro destino, las Bardenas, y estamos pensando en vaqueros y desierto. Igual es porque todavía no hemos desayunado.

 

Desayuno a la salida del sol en las Bardenas

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Sigue siendo de noche cuando llegamos a nuestro destino. Muy cerca de Punta del Alba nos esperan Isabel, Paloma, un grupo de seis franceses y un banquete sobre una gran mesa de madera: fuentes de fruta, hogazas de pan, tablas de queso, ibéricos, mermelada y magdalenas caseras... Un espejismo, vaya. Porque ahora sí, enfrente nuestro hay un pequeño oasis y el resto, a nuestro alrededor, es desierto.

Unos saludos rápidos y ya no hace falta decir más. El sol empieza a salir en el horizonte e inunda el cielo de rojos y naranjas. De repente, la vista nos engaña y nos dice que estamos en un safari en África y no hemos salido de la provincia de Zaragoza. Estamos en la Bardena Aragonesa, café caliente en mano, contemplando la inmensidad de la reserva natural y reserva de la Biosfera que son las Bardenas. Por delante, nos espera una larga jornada para recorrerla y descubrir sus parajes singulares uno a uno. Pero solo por esta panorámica inicial al amanecer sabemos que la visita ya ha merecido la pena.

Paloma e Isabel nos cuentan que gestionan el Albergue de Ejea de los Caballeros y que hace años que se dieron cuenta del potencial que tiene su entorno natural para atraer a turistas franceses. Ahora, el Ayuntamiento de Ejea está apostando por posicionar la localidad como punto de partida para rutas en bici por la Bardena Aragonesa y ellas pertenecen al grupo de agentes locales que han visto en esta iniciativa el ingrediente que faltaba para crear el combo perfecto: experiencias gastronómicas y de turismo activo en la Bardena para complementar la visita del ciclista a su territorio. Que no todo va a ser deporte.

Con el sol ya en lo alto y los depósitos cargados, dejamos el coche, a esta pareja de hermanas emprendedoras y a su grupo de senderistas franceses y empezamos a dar las primeras pedaladas.

 

Bardena Negra Challenge: una completa ruta ciclista en la Bardena Aragonesa

En este caso, empezamos cogiendo un tramo de la ‘Ruta Amarilla’ que propone el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros a través de su web Bardena Territorio Total. Con este tramo de pista por la Val de los Chanes unimos el mirador de Punta del Alba con la ruta que realmente hemos venido a hacer. La que nos ha animado a aceptar el reto. La que han denominado ‘Bardena Negra Challenge’: un total 65 kilómetros de recorrido con 1.245 metros de desnivel que nos llevarán a conocer todas las caras y colores de la Bardena. La Bardena Negra y la Bardena Blanca. La Bardena Aragonesa y la Bardena Navarra. La de los pinares y la de las extrañas formaciones geológicas que aquí los vecinos llaman rallas.

El recorrido apenas entraña dificultad técnica pero sí nos brinda unas cuantas sorpresas. Para empezar, los contrastes de paisajes y la calidad y buen estado de sus pistas forestales. Esto también es un paraíso para los de gravel.

Tras un tramo de camino suave entre campos hacia al refugio de Florián, empezamos a subir hacia las faldas de La Negra, que dejamos a nuestra derecha para seguir avanzando por un entramado de pistas forestales que suben y bajan dibujando el contorno de la Bardena Negra. Diez kilómetros en los que no nos cruzamos a nadie y que sirven para terminar de sintonizar el chip adecuado: aquí no nos vamos a encontrar dificultades técnicas. Solo la sensación de libertad de tener kilómetros y kilómetros por los que pedalear mientras vamos descubriendo el territorio.

Y entonces, otra sorpresa. Cuando ya no lo esperábamos, el track nos ofrece unos tramos de senda totalmente placenteros: sencillos y asequibles pero liberadores. Una senda de bajada sin mucha dificultad y, poco después, una larga senda de subida muy entretenida. Atención porque por ahora es imprescindible llevar el track para no desviarnos si vamos pedaleando demasiado despreocupados. El Ayuntamiento está trabajando para impulsar la señalización física de las rutas.

Poco después, toca la mayor subida del día. Una ascensión en la que tenemos que coger un tramo de una carretera vacía que nos irá aproximando a los gigantes molinos eólicos que custodian la frontera entre Aragón y Navarra. Arriba, su sonido acompasado acompaña nuestras pedaladas mientras atravesamos toda la Plana de La Negra. Cuando ya nos cansábamos de plano, la ruta nos invita a tirarnos hacia la Bardena Blanca y a asomarnos a territorio navarro por unas pistas también en perfecto estado. Ante nuestros ojos, el famoso paisaje semidesértico de la Bardena Navarra. Cuidado con hacer esta ruta en los meses de verano porque en este tramo echarás tremendamente de menos los pinos del lado aragonés.

Y evidentemente, como nos suele pasar cada vez que vamos a conocer un nuevo territorio en bicicleta, el día se nos va a base de pedaladas y paradas en cada mirador. De modo que nos reencontramos con el coche ya casi a media tarde y ponemos rumbo al albergue de Ejea de los Caballeros, donde haremos noche y donde nos esperan Paloma e Isabel con una tortilla que sabe a gloria y muchas anécdotas que contarnos, cerveza en mano, sobre la Bardena Aragonesa.

 

Road – Ruta Románica de las Cinco Villas

 

Al día siguiente de nuestra ruta en bici de montaña por la Bardena Aragonesa amanecemos en Ejea de los Caballeros dispuestos a afrontar en bici de carretera la versión corta de la Ruta Románica de las Cinco Villas.

Por delante, 198 kilómetros de tranquilas carreteras poco transitadas, 2.317 metros de desnivel, trece iglesias románicas, nueve castillos, los restos de un monasterio, algunos pueblos incluidos en la lista de Los Pueblos Más Bonitos de España y tortas para disparar los depósitos de hidratos en cada parada: tortas de manteca, tortas de anís, tortas ‘malhechas’…

Nosotros hacemos en dos etapas la ruta que desde el Ayuntamiento de Ejea proponen hacer en tres y contactamos con uno de los dos taxistas que anuncian sus servicios a través de la web de Bardena Territorio Total para gestionar el traslado de mochilas a Sos del Rey Católico, donde haremos noche.

Se llama Julio y también es un aficionado a la bici así que está ilusionado con la idea de atraer a ciclistas a las Cinco Villas y ofrece sus servicios para todo tipo de transfers y traslados. Incluso ofrece el servicio de asistencia en ruta para grupos de ciclistas que vengan a hacer cualquiera de las dos opciones de la Ruta Románica de las Cinco Villas.

La experiencia a nosotros nos deja muy buen sabor de boca y no solo por las tortas. Por las carreteras propuestas en la ruta apenas pasan coches (al menos el fin de semana en el que fuimos nosotros) y todas las etapas ofrecen el puntito justo de desnivel para sentir que te exiges pero sin terminar agotado y pudiendo, por tanto, dedicar tiempo a visitar los castillos e iglesias que nos iremos encontrando. Nosotros, como buenos turistas, llevamos para estas cosas una bolsa en la bici con unas zapatillas de tela que nos permiten sumarnos a visitas guiadas sin andar estropeando las calas.

En Sádaba, probamos las tortas de manteca y entramos a visitar su castillo (en invierno sólo en fines de semana). Sos del Rey Católico nos pareció espectacular y además encontramos un ambiente muy animado y oferta de sobra para elegir dónde dormir y dónde cenar.

Al día siguiente, la ruta nos llevó por la vertiente sur de la Sierra de Santo Domingo a conocer los pueblos, las tortas y los castillos de Uncastillo, Luesia y Biel. Desde allí, ya volvimos hacia el sur y pasamos por El Frago y Luna antes de volver a Ejea de los Caballeros en una etapa que se nos quedó en cerca de 120 kilómetros y + 1.500 m de desnivel.

Lástima no haber tenido más días para hacer la versión larga de la ruta, que nos hubiese llevado a hacer algún puerto de la cicloturista Rompepiernas y a pedalear bajo los mallos de Riglos y los Mallos de Agüero. Sin duda, otra vez será…

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